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El cambio climático y la escasez de agua provocaron migraciones masivas en Egipto a finales del siglo III d.C.
La ausencia de lluvias monzónicas en el nacimiento del Nilo fue la causa de las migraciones y la desaparición de asentamientos enteros en la provincia tardorromana de Egipto. La catedrática de historia antigua Sabine Huebner, de la Universidad de Basilea, ha comparado por primera vez esta evolución demográfica con los datos medioambientales, lo que ha permitido descubrir el cambio climático y sus consecuencias.
La región del Fayum, que se asemeja a un oasis y se encuentra a unos 130 kilómetros al suroeste de El Cairo, era el granero del Imperio Romano. Sin embargo, a finales del siglo III de nuestra era numerosos asentamientos que antes eran prósperos decayeron y acabaron siendo abandonados por sus habitantes. Las excavaciones anteriores y los papiros contemporáneos han demostrado que la causa fueron los problemas de riego de los campos. También están documentados los intentos de los agricultores locales de adaptarse a la sequedad y la desertización de las tierras de cultivo, por ejemplo, cambiando sus prácticas agrícolas.
La catedrática de historia antigua de la Universidad de Basilea, Sabine R. Huebner, ha demostrado ahora en la revista estadounidense Studies in Late Antiquity que el cambio de las condiciones ambientales estuvo detrás de esta evolución.
Los datos climáticos existentes indican que las lluvias monzónicas en la cabecera del Nilo, en las tierras altas de Etiopía, se debilitaron repentina y permanentemente. El resultado fue la disminución del nivel de las aguas altas del río en verano. Se han encontrado pruebas de ello en los sedimentos geológicos del delta del Nilo, el Fayum y las tierras altas de Etiopía, que proporcionan datos climáticos a largo plazo sobre los monzones y el nivel de agua del Nilo.
Es de suponer que también influyó una potente erupción volcánica tropical en torno al año 266 de la era cristiana, que al año siguiente provocó una crecida del Nilo por debajo de la media. Las principales erupciones se conocen a partir de los depósitos de ácido sulfúrico en los núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida, y pueden fecharse con un margen de tres años. Las partículas lanzadas a la estratosfera provocaron un enfriamiento del clima, alterando el sistema monzónico local.
En el siglo III de nuestra era, todo el Imperio Romano se vio afectado por crisis que están relativamente bien documentadas en la provincia de Egipto por más de 26.000 papiros conservados. En la región del Fayum estos incluyen registros de habitantes que se pasaron al cultivo de la vid en lugar del grano o a la cría de ovejas debido a la escasez de agua. Otros acusaron a sus vecinos de robo de agua o acudieron a las autoridades romanas para que les eximieran de pagar impuestos. Estas y otras estrategias de adaptación de la población retrasaron la muerte de sus pueblos durante varias décadas.
Al igual que hoy, las consecuencias del cambio climático no fueron iguales en todas partes, dice Huebner. Aunque las regiones al borde del desierto se enfrentaron a la dureza de la sequía, otras se beneficiaron de la afluencia de personas que se desplazaban desde los pueblos abandonados. Los nuevos conocimientos sobre la interacción del clima, los cambios ambientales y la evolución social son muy actuales. Sin embargo, el cambio climático de la antigüedad tardía no estaba causado principalmente por el ser humano, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, sino que se basaba en fluctuaciones naturales.